sábado, 30 de enero de 2010

UNA FRIA TARDE DE ENERO

Columna del periodico: "El Adelanto de Salamanca". Viernes 29 de Enero

Todo comienza en una fría tarde de enero, cuando el anónimo protagonista del que les quiero hablar hoy coge una bicicleta para salir a dar el paseo que acostumbra a diario. Fiel a la actividad física como el más extremista religioso, los vientos, las nieves o el intenso frío nunca han logrado mermar su obcecación diaria por el deporte. A eso de las tres de la tarde cada día comienza el ceremonial que supone vestirse de pies a cabeza y al que dedica un buen rato, porque es importante ir bien alineado, casi tanto como el que va a una reunión de empresa o entrevista de trabajo. Los atuendos que utiliza dan un toque de color a su armario y aunque estos no se pasean por Cibeles, para él tienen más valor que un traje de Valentino. Entre las mangas que asoman por el abigarrado perchero se puede ver una amarilla como la que lució Miguel Induráin en su quinto paseo por los Campos Elíseos. También está la camiseta que lucían los hermanos Ochoa cuando fueron atropellados mientras entrenaban, pero ésta le trae malos augurios y permanece colgada desde el suceso. Hoy ha elegido un traje de tonos blancos, azules y negros, lleno de letreros con los nombres de las empresas que ayudaron a Lance Armstrong a ganar el segundo de sus siete Tours de Francia.

Los primeros kilómetros transcurren tranquilos, el aire frío le golpea, pero siente una agradable sensación porque la temperatura de su cuerpo, lejos de descender, va en aumento por la fuerza que ejerce en cada pedalada sobre sus pedales. La digestión de la comida continúa, pero la sangre que reclaman sus músculos está empezando a fluir y la sensación de bienestar va en aumento. El viento hoy sopla del norte, es un viento gélido, pero de momento su aliado, porque le empuja desde atrás mientras se dirige hacia algún punto del sur de nuestra geografía. Béjar, Guijuelo, Frades, vaya usted a saber, porque por todos los pueblos de la provincia le han visto pasar.
Se deja llevar, sin hacer especial esfuerzo, porque el regreso no va a ser fácil, una lucha titánica contra el viento. Pero ahora sigue disfrutando, el paisaje pasa para él más lento de lo que la mayoría estamos acostumbrados y la exigente demanda de oxígeno le hace percibir los olores de manera brutal, entran por la nariz y se clavan en el cerebro. Los pastos, el ganado, los arroyos, todo se percibe de manera diferente. En este momento el contacto con la naturaleza es absoluto. La tarde, despejada, tiene la típica luz intensa del sol cuando va cayendo por el oeste. No hay nadie más a su alrededor, parece que todo el mundo se ha puesto de acuerdo para dejarle solo en esta tremenda experiencia.
El movimiento rítmico del pedaleo le invita en ocasiones a pensar. Cuando su cerebro trabaja se olvida de que sigue pedaleando. Entonces, los kilómetros parece que pasan mucho más rápido. Se le ha ocurrido que hoy, cuando regrese, va por fin a cumplir el deseo de alguien que le quiere y se va a tomar en serio la idea del matrimonio. Por eso, hoy está algo más impaciente por volver. A su familia no le va a coger por sorpresa, pero los amigos, seguro que más de una broma le van a gastar.
A tres kilómetros de San Pedro todo termina. La bicicleta ni siquiera llega a verse, debe estar unas decenas de metros más adelante, pero su cuerpo convulsiona y a pesar del casco la masa encefálica asoma por una gran herida. Cualquiera hubiera muerto en el acto, pero su fuerte naturaleza física le mantuvo con vida cinco minutos más.
A un ciclista se le adelanta en carretera aminorando la velocidad y dejando un espacio mínimo de seguridad.

5 comentarios:

Jonathan Martin dijo...

Texto sacado de el periodico "El Adelanto de Salamanca" en su edición del día 29/01/2010. Creo que da mucho que pensar

juanr dijo...

Se me han puesto los pelos de punta, pero es la realidad,respeta para que te respeten y un poquito de porfavor que hay sitio para todos.

Miguel Ángel Castro dijo...

Realmente un texto para reflexionar...la lástima es que los que reflexionamos somos las víctimas no los "verdugos". Mi enhorabuena a Cata por esa columna tan profunda.

Jonathan Martin dijo...

El otro día, me preguntaba mi novia, porque no habia vuelto a salir a montar en la bici de carretera. Pues creo que este es uno de los motivos..

Miguel Ángel Castro dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.